Hipótesis que, junto con el darwinismo, constituye la teoría general de la evolución. Según su autor, Jean-Baptiste Lamarck, tanto las funciones como la estructura de los seres vivos están originadas por una activa acomodación a las condiciones de la vida. Había observado que cuando un animal ejercitaba un determinado órgano de manera repetida, éste se desarrollaba y se hacía más eficiente, mientras que si no se utilizaba, acababa por degenerarse y atrofiarse. Supuso también que esta variación adquirida era heredable, y podía por lo tanto transmitirse a los descendientes. Esta teoría alcanzó mucho éxito y contribuyó en gran manera a extender la idea de la evolución. Posteriormente estos puntos de vista se han revelado como insostenibles: el hecho de que los órganos de un animal puedan modificarse según el uso de que se haga de ellos es correcto, pero Lamarck estaba equivocado al pensar que las variaciones adquiridas extragenéticamente eran heredables.